Como ya todos sabemos, las cajas y canastas navideñas son un clásico una vez se acerca el mes de diciembre. Es un cliché ver a los empleados de empresas volviendo a sus hogares en el colectivo, en el tren o en el subte con uno de estos obsequios en sus acaloradas manos, a lo largo y a lo ancho de este mes.
Pero, ¿por qué canastas navideñas? Por qué no las empresas o los particulares podrían regalarse entre sí otro tipo de presentes. Bueno, por un lado existe lo que se llama una tradición, la cual se remonta a los orígenes del Cristianismo, pasando por el Imperio Romano, hasta llegar a los españoles, quienes se considera que trajeron la costumbre a América Latina. Pero por otra parte, uno debe pensar que si se invierte tanto tiempo y esfuerzo en hacer un regalo de este tipo, debe ser la elección correcta y debe valer la pena.
En este caso, la historia y las costumbres no se equivocan. Tampoco las compañías que no toman como algo más la Navidad y el año Nuevo, y deciden hacer un gesto hacia sus colaboradores a través de una caja o canasta navideña. En un momento de celebración, de balance de cuentas y de empezar con nuevos proyectos, es la forma perfecta de mostrar apoyo y agradecimiento.
Es sabido el contenido de una canasta navideña, sidra, champagne, tal vez algún vino, turrones, garrapiñada, confituras varias, y otros deliciosos productos. Pero no son estos los que le dan significado a este tipo de regalos, si no la posibilidad de personalización, de armar un regalo a medida para tus agasajados, eligiendo los componentes de la caja según sus preferencias.
Otra de las virtudes por las que se las sigue eligiendo año a año es la amplitud de gamas y presupuestos que abarcan, sin nunca perder su esencia navideña, a pesar de variaciones en el monto a invertir.
Estas son solo algunas de las razones y explicaciones de por qué las cajas y canastas navideñas llegaron a tener la importancia, y continúan haciéndolo, en nuestras tradiciones navideñas y de Año Nuevo.